Nuestro mundo emocional, según las estaciones del año


Las cuatro estaciones del año, puede servir de “asidero psicológico, como fuente de inspiración, como un despertador y, a la vez, como un recordatorio permanente, para acometer algunos cambios y mejoras en nuestra vida”.

El otoño simboliza el desapego y la depuración; el invierno, la quietud y la introspección; la primavera el renacer; y el verano la luz.

Cada una de las estaciones, nos puede servir de inspiración y sostén emocional para mejorar y alegrar nuestra existencia y bienestar. Estar atentos al simbolismo de cada temporada puede ayudarnos a mantenernos cerca de nuestros objetivos.

Se sugiere algunos objetivos de crecimiento personal y autoconocimiento, inspirados en las características y fenómenos naturales de cada estación.

1. Primavera: el renacer


La primavera simboliza el florecer y el renacer, ya que la vida resurge en todo su esplendor, las plantas dan flores y frutos, y los animales realizan sus cortejos, invitándonos a que nuestra existencia también florezca y fructifique, y a entregarnos al amor. Es buen momento para “recuperar la conexión con nuestros anhelos más profundos y materializar un sueño o deseo de nuestra alma, que lleve largo tiempo retraído”.

Cómo sugerencia práctica para esta estación, “crear una nueva visión del ciclo anual que comience en ese momento. En ella nos plantearemos una meta final y varios objetivos encaminados hacia ese fin, así como el planteamiento de los pequeños pasos y acciones dirigidos para conseguirlo en los siguientes doce meses”.

“Instalar cuatro nuevos hábitos en nuestra vida, en lo físico, emocional, mental y espiritual, así como desarrollar un plan de acción para materializar un sueño/anhelo del alma, por ejemplo formarnos como profesionales en una actividad en que podamos plasmar nuestra vocación de servicio”, son otras opciones para esta época de renacimiento.

2. Verano: la inspiración de la luz


Después llega el verano, con su luz y calidez, una estación en la que, “el fuego y la luz solar pueden inspirarnos para perseguir nuestras metas con pasión, aumentar la calidez en nuestras relaciones con nuestros seres queridos y procurar que nuestra existencia sea más luminosa y positiva”.

Buenos objetivos para esta temporada son “recuperar el ‘calor’ que emana de nuestro corazón, poniendo pasión en la vida. Y abrir un tiempo dedicado a la creatividad en lo cotidiano y expresar, o materializar, un fruto artístico a través de cualquier disciplina que resuene en nuestra alma”.

3. Otoño: depuración


El otoño “es representativo del desapego y la depuración, ya que la caída de hojas puede simbolizar la necesidad de “soltar” viejas actitudes, comportamientos, ideas y personas que ya no nos hacen felices o nos lastran, desintoxicando así nuestra vida”.

Algunos propósitos adecuados para esta temporada, pueden ser “liberarnos de viejos condicionamientos que impiden nuestro crecimiento y desarrollo pleno y soltar una actitud concreta que dificulte nuestra relación con los demás, como tener expectativas equivocadas o abrir juicios sobre otras personas”.

Sugerencias prácticas: limpiar y renovar los espacios en que vivimos como una forma de “liberarnos” de lo viejo; llevar un “diario de introspección”, donde apuntaremos las sensaciones emocionales que nacen de la revisión de dichos espacios; practicar el caminar contemplativo en parques o bosques; e iniciar una terapia para profundizar nuestro autoconocimiento y liberarnos de aquello que condiciona nuestra personalidad.

2. Invierno: mirar hacia dentro


El invierno es una estación en la que el frío, las inclemencias del tiempo y la mayor duración de la oscuridad, invitan a mirar hacia nuestro mundo interior, así como a cultivar el sosiego y el silencio, “podemos proponernos recuperar un espacio interior de conexión con nosotros mismos y soltar nuestra identificación con algún aspecto limitado de nuestro ser, como la inseguridad, la distracción o la inconstancia”.

Enfocar la atención en nuestra propia respiración, en cómo el aire entra a nuestro cuerpo, llena nuestros pulmones, permanece dentro y después sale, así como concentrarnos en la llama de una vela, practicar la meditación sentada o participar en un retiro meditativo o de atención plena, son caminos válidos para fomentar la introspección y la calma.

TODO EL AÑO, ES MUY SALUDABLE PRACTICAR EL CAMINAR CONTEMPLATIVO AL AIRE LIBRE, SINTIENDO LOS ELEMENTOS, EL AIRE, EL AGUA, LA TIERRA, EL SOL… Y CONTEMPLAR EL AMANECER O EL ANOCHECER, CON PLENA ATENCIÓN
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