Mira cómo evitar que las ofensas afecten tu vida, tu tienes el poder de impedirlo...


¿Cómo hacer para no darle a alguien el poder de hacerte sentir mal? ¿Cómo conseguir que lo que diga o haga otra persona no te afecte? ¿Cómo se hace para que el comportamiento de los demás no altere tu estado de ánimo?

Si a ti te pasa lo primero que necesitas saber es que nadie puede hacerte sentir mal si tú no le dejas. Es decir, que no te hace sentir mal quien quiere, sino quien puede. Y ese poder sólo puedes dárselo tú.

Así es, nadie tiene el poder de alterarte. Tú eliges siempre cómo respondes ante alguien y si quieres enfadarte, disgustarte, mantener la calma o pasar. Y, como ya sabrás, que te sientas mal nunca va a solucionar nada. Lo único que hace es amargarte la vida.

En cambio elegir cómo quieres sentirte (tranquila, indiferente, segura o lo que sea), independientemente de lo que hagan o digan los demás, es el mejor regalo que te puedes hacer y una fuente inagotable de paz interior.

Lo segundo que necesitas saber es que nadie tiene derecho a hacerte sentir mal. ¡Nadie! Ni tu padre, ni tu madre, ni tu jefe, ni tu pareja, ni un compañero de trabajo… ¡nadie! Y da igual lo que esa persona considere que has hecho mal o lo que crea que tendrías que haber hecho diferente.

Dicho esto, hay varias cosas que puedes dar para dejar de sentirte mal por el comportamiento de los demás. Y son éstas:

Valorarte como te mereces.
Que otra persona tenga el poder de hacerte sentir mal es señal de una falta de autoestima. Porque si tú te quieres, te respetas y te valoras, no dejarás que otra persona influya en ti y te haga sentir lo que no quieres.
Dale la importancia que se merece a tu opinión, a tus sentimientos y a tu forma de ser y no dejes que nadie te haga dudar de ti. Tienes derecho a que los demás te traten con respeto y también tienes derecho a decirlo cuando no lo has sentido así.

Dejar de tomártelo como algo personal.
Lo que haga esa persona es suyo y no va contigo. Por ejemplo, si alguien se enfada y te grita eso es suyo. Es su problema y no tiene nada que ver con cómo tu eres o te comportas.
O si alguien es muy susceptible y salta por todo también es suyo. Tal vez porque necesita reconocimiento.
O si alguien necesita quedar por encima y tener siempre la razón también es suyo. Tal vez sea su inseguridad, su sentimiento de inferioridad o su rabia con el mundo… Lo importante es que es suyo, no tuyo.
Darnos cuenta de las necesidades que se esconden detrás de los comportamientos que no nos gustan también es una manera de entender que lo que le pasa a esa persona no es nuestro, sino suyo.
Es decir, deja de pensar que el otro ha hecho eso por ti, que tiene algo contra ti y que lo hace para fastidiarte o para hacerte daño. Porque interpretar eso alimenta tu malestar e ignora todos los motivos que puede tener esa persona para comportarse así.

Date cuenta de que es sólo su opinión
Que otro diga algo no significa que tenga razón. Diga lo que diga de ti, es sólo su opinión. No la verdad. Esa persona tiene derecho a opinar eso, lo mismo que tú tienes derecho a recordarle que él puede opinar eso y tú puedes opinar otra cosa diferente.
Antes, cuando alguien decía algo que me hacía sentir mal, lo conseguía porque yo le daba más valor a su palabra que a lo que yo pensara. Si me decía que no sabía hacer las cosas, yo le creía y me sentía mal por no saber hacer las cosas. Sin darme cuenta de que no hacer las cosas como las haría esa persona no significa que no sepa hacerlas. Simplemente las hago diferente.
Es decir, no te sientes mal por lo que otro hace o dice, sino por lo que tú te dices respecto a eso.
Y si alguien no te contesta a un wasap no significa que seas una pesada. Lo mismo que si alguien te hace una crítica no significa que tenga razón.
Así que nunca más vuelvas a culparte por lo que ha pasado, a pensar que te lo mereces o que es porque tú hiciste algo mal.

No cambies lo que no quieres cambiar
Cuando los demás te hacen sentir mal y quieres que eso deje de pasar terminas haciendo lo que sea para obtener su reconocimiento y que te aprueben. Y te conviertes en quien no eres con tal de conseguirlo.
En ese caso, los demás no sólo tienen poder en tus sentimientos sino también en tu comportamiento.
Nada que ver con aquel maestro que cada día iba a comprar la prensa al mismo kiosco a pesar de que el kiosquero le trataba fatal. “No sé cómo le aguantas y sigues yendo todos los días”, le comentó un día un amigo. “¿Y va a decidir el kiosquero dónde compro yo el periódico?”, contestó el maestro.
Pues eso. Decide tú y no dejes que otros decidan por ti.

Y, a la vez, cambia lo que no te sirve
Cuando te metes en esa espiral de pensar que siempre que veas a X persona va a decir o va a hacer algo que te va a hacer sentir mal, sin darte cuenta eso afecta a tu comportamiento y a lo que esa persona percibe en ti. Es como un depredador que huele el miedo en ti y ataca. Y eso es justo lo que le da poder: darse cuenta de que le tienes miedo.
Así que imagínate que esa persona es alguien que te agrada y con quien te gusta relacionarte. ¿Ya tienes a alguien en mente? ¿Cuál sería tu actitud con esa persona que te gusta? ¿Cómo le hablarías? ¿Sonreirías? Seguramente sí. Pues de eso se trata. De que, aunque al principio te cueste o incluso te parezca imposible, seas capaz de relacionarte con alguien que te hace sentir mal como si te agradara. Te aseguro que le va a descolocar ;-). Y, una vez más, la mejor manera de que el otro cambie es que cambies tú.

Acepta a los demás como son.
Aceptar es dejar de luchar contra eso que te irrita. Es entender que esa persona no tiene por qué comportarse o expresarse como tú lo harías. O que sus valores y sus reglas no tienen por qué ser los tuyos. O que ella no tiene que cambiar para que tú cambies.
Puede que pienses que tienes derecho a ofenderte por el comportamiento de alguien, pero eso sólo pasa porque crees que las cosas tienen que hacerse como tú las harías. Y no, no es así. Yo también pensaba que alguien no tenía por qué gritarme, pero eso es lo que yo no haría. Y el otro no es yo, ni yo soy el otro.
Así que déjale ser como quiera ser y decide cómo quieres ser y sentirte tú cuando estés cerca.

Distánciate de las personas tóxicas
Y, si decides que no quieres estar cerca, toma distancia. Porque tienes derecho a decidir quién quieres que forme parte de tu vida. Céntrate en las personas que te agradan y te hacen sentir bien y aléjate todo lo que puedas de las otras.
Y si hay alguien de quien no puedes alejarte físicamente, siempre puedes tomar distancia emocional y afectiva. Por ejemplo, dejando de contarle lo que sabes que no va a apreciar.
Nunca olvides que da igual cómo alguien te trate. Da igual que te lance veneno. Da igual que escupa fuego por su boca… Tú decides si te envenenas. Tú decides si te quemas. Si no lo haces, si no lo coges, el veneno volverá a él.
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