7 cosas que arruinan tu relación de pareja


Como bien saben los enamorados que llevan muchos años juntos, la pareja es como una delicada planta que hay que cuidar a diario para que no se marchite. Algunos comportamientos son como veneno para el amor, y conviene tenerlos muy en cuenta para  extirparlos en cuanto empiezan a crecer como malas hierbas. Toma nota de las 7 cosas que arruinan tu relación de pareja.

Juzgar. Comprometerse con una persona es comenzar a conocerla de verdad. Después de unos meses de relación, y sobre todo si empiezan a convivir, ya no ves a tu pareja solamente cuando quedan para ir a cenar a un sitio bonito, los dos bien arreglados y habiendo dejado los problemas aparcados en casa.Oh, y por supuesto dispuestos a pasarlo en grande en la cama después de la sobremesa. El roce hace el cariño, pero también pone al descubierto las manías, costumbres, temores y creencias de la otra persona. Y todo eso lleva a frecuentes desencuentros y hasta crisis de pareja. No hay que evitar las discusiones, porque si se gestionan bien les pueden ayudar a crecer y compenetrarse mejor, pero sí tienes que procurar no juzgar y condenar a tu pareja, como si tú lo supieras todo o fueras perfecto. El amor consiste en comprender, perdonar, ponerse en la piel del otro, aceptar, tender puentes.   

Callar. Una relación saludable consiste en un equilibrio entre dar y recibir. No debes callarte todo aquello que te hace sentir mal, porque lo único que lograrás será crear una enorme bola imaginaria que cada vez será más pesada, como las que llevan los prisioneros amarradas a los tobillos en los dibujos animados. Y que acabes amargada no es bueno para nadie. Si alguna costumbre de tu pareja te molesta muchísimo, díselo (con tacto). Si crees que el reparto de tareas domésticas no es justo, háblalo con él. Si te parece que tu suegra abusa al visitarles con demasiada frecuencia, coméntaselo. Y así con todo. Mejor aún si buscan un momento a la semana justamente para eso: charlar, debatir, expresarse, compartir puntos de vista, ponerse de acuerdo.

Competir. Las personas que se toman la vida como una competición pueden crear un ambiente muy estresante a su alrededor. Así que si tú estás siempre midiéndote con tu pareja o viceversa, la convivencia se verá seriamente alterada. Los dos vivirán en tensión. El que compite, porque vive para satisfacer su necesidad de quedar por encima. Y el otro, porque se sentirá siempre cuestionado y ansioso. Así que si eres la persona que compite, pregúntate de dónde vienen esas ansias por ser el mejor y obtener reconocimiento (¿acaso sentías que en tu infancia no te valoraban lo suficiente a no ser que fueras “bueno”?) y trata de sanar esa herida infantil. Y si estás en el otro lado, procura no entrar en el juego de pasarte la vida demostrando que eres lo bastante bueno. Si ambos se aman de verdad, no tienen que demostrarse su valía. Se da por sentada.

Criticar. Muchas parejas que llevan tiempo conviviendo caen en la mala costumbre de criticarse mutuamente. Por todo y por nada. La cosa empieza cuando algunos hábitos o rasgos de carácter del otro que antes te eran indiferentes o incluso te gustaban, de repente empiezan a molestarte. Y en lugar de tener paciencia y empatía, o de explicarle a tu pareja cómo te sientes, elijes callarte. Porque no sabes cómo hablar con él o ella sin discutir, por temor a que no te entienda o a pelearse. Sin embargo, cuando te tragas tu malestar te acabas sintiendo frustrado e irritable, haces críticas injustas y lanzas indirectas y comentarios que al otro le duelen más que una discusión, y que van construyendo un muro de silencio y rencor que los aleja mutuamente.

Perder las formas. Hay un dicho español que asegura que “La confianza da asco”. Se refiere, cómo no, a que cuando dos o más personas comparten el mismo espacio acaban dejando de lado la cortesía y los buenos modales. Bueno, es lógico que si llevas tiempo viviendo con tu pareja él no te sujete la puerta cada vez que vas a pasar a la cocina ni ella corra como loca a besarte cada vez que entras por la puerta. Pero nunca deberían perderse el respeto. En el momento en que una pareja comienza a despreciarse e incluso llegan a insultarse, su unión se resquebraja de forma casi irreparable. A todos nos gusta que nos traten bien, y en una pareja los dos necesitan sentirse respetados y respetar al otro, ser amables porque eso ayuda mucho a mantener una convivencia fluida (¡y el deseo sexual vivo!) Lo contrario es dar su presencia por sentada, como si se tratara de un mueble. Y conduce, tarde o temprano, a un ambiente crispado, triste y negativo que puede convertirse en un infierno del que uno solo quiere escapar.

Ocultar los sentimientos. Hay parejas más expresivas que otras, pero sean como sean no deben olvidar nunca lo importante que es compartir sus sentimientos. Cada vez que se dicen “te quiero” refuerzan su unión y se recuerdan su decisión de compartir la vida. Cada vez que se cuentan sus temores, que le revelan al otro sus sueños o que le dejan entrar en sus zonas oscuras, están abriéndole al otro su corazón. Se sentirán queridos, aceptados, comprendidos. Encontrarán lo que todos buscamos en el amor y en la pareja: refugio, aliento, amor. En cambio, cuando ocultan sus sentimientos levantan un muro que los aleja del otro, a veces muy rápidamente. Muchas relaciones se frustran por no hablar, por no saber compartir ni intentarlo siquiera, por elegir cerrarse, callar, tragar.

Compararte con otras parejas. ¿De verdad crees que la hierba del vecino siempre es más verde? Cuidado con las comparaciones, porque lo único que ves de otras parejas es su imagen externa. Incluso si se trata de tu hermano y su pareja, o de tu mejor amiga y su esposo, y los conocen bien, ten por seguro que ignoras muchos aspectos de su intimidad. Puede que otras parejas den una imagen de aparente perfección, pero en casa no dejen de discutir, o que una mujer presuma de su matrimonio cuando en el fondo se siente desdichada porque su marido no la comprende. Si te fijas solo en eso que parece perfecto y mejor que lo tuyo, estás viendo solo una escena de la película, una imagen que no refleja toda la realidad. Y te amargarás pensando que otros están peor que tú, entrando en una espiral de victimismo.
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