Protección de los Ángeles, ORACIÓN DEL JUEVES


Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino. 
Hágase tu voluntad así en la tierra, como en el cielo. 
El pan nuestro de cada día, danos el de hoy, y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. 
Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del maligno, amén.

Ilumina ¡oh, Emmanuel!, mis ojos del espíritu con la verdadera luz, para que no permanezcan cerrados en un sueno que, pudiera inducirme a tratar con injusticia a mis amigos o enemigos, porque Jesús, dijo; Amar debéis a vuestros enemigos. 
¡Oh, dulcísimo Jesús consérvame, ayúdame, sálvame. 
En tanto que el Señor esté conmigo no temeré la maldad de mis enemigos ¡Oh dulcísimo Jesús! que en sólo pronunciar tu nombre toda rodilla se doble, tanto celeste, como terrestre, como infernal, y que toda lengua publique que Nuestro Señor Jesucristo goza de la gloria de su Padre. 
Así sea.
Sé perfectamente que tan pronto como invoque al Señor, en cualquier día y hora en que lo haga seré salvado en aquel mismo instante. 
Dulcísimo Señor Jesucristo, Hijo amado del Gran Dios vivo, que has hecho tantos y tan grandes milagros, por el poder de tu preciosísimo nombre, puesto que por Él, y por su virtud, los demonios huyeron, los ciegos recobraron la vista, los sordos oyeron, los cojos anduvieron, los mudos hablaron, los leprosos se vieron limpios, los enfermos curaron y los muertos resucitaron; porque tan pronto como se pronunciaba el dulce nombré de Jesús, todas las tentaciones desaparecían, todas las disputas cesaban, todas las luchas entre el mundo, el demonio y la carne quedaban extinguidas y sentíase el ser lleno de todos los bienes celestiales, porque cualquiera que invoque el santo nombre de Dios será salvo por los siglos de los siglos. 
Así sea.

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